miércoles, 27 de julio de 2011

LA NUEVA FRONTERA

___________________________





Hace años, solo haber comenzado mi blog, un buen amigo bloguero, hoy de los mejores que tengo, me llamó la atención.
-Me preocupas, Pau. Este blog parece un testamento –me dijo.
En aquel momento me reí y lo negué. ¿Qué podía responder? Pero no hay más hipocresía que reírse de la realidad y no hay más mentira que el autoengaño.
Y es cierto, por qué negarlo, era mi testamento, de la misma manera que lo son o lo eran los tres libros que estoy escribiendo.
Un testamento puede escribirse en un día o en una década y éste parece llevar el camino de lo último. Y es y ha sido, porque antes de la aventura de Myanmar, hasta es posible que aún lo fuera; pero a mi vuelta todo cambió.
Un testamento se escribe o se hace cuando nada de lo que queda tiene el suficiente valor, y no por falta de ganas en seguir, sino porque se cree que ya nada queda por hacer.
La salud de Amara, los negocios, los amigos, el futuro... no son una frontera ni tienen visos de serlo o siquiera parecerlo, no sirven para seguir con el autoengaño. Y lo cierto es que nunca he sido muy proclive a él.

El viaje a Myanmar y el consiguiente rescate de Anna, aun siendo la aventura más corta de toda mi vida, la más sencilla y menos traumática, ha terminado convirtiéndose en la más intensa. Y sin haberlo buscado, ha abierto en mi espíritu una nueva frontera de proporciones desconocidas para mí.

Hace muchos años y recién comenzada la lucha, Mónica y yo ya descubrimos que nuestra amiga había tomado otro camino, tan inacabable como la naturaleza humana: el de la paz y la palabra, de la educación y el convencimiento; que nosotros, con falsa ceguera, preferimos no ver.
La violencia hastía y relega el espíritu de los hombres a su mera caricatura, y nosotros, Mónica y yo, nos hartamos de ella.

Mi segundo libro, que ha sido escrito en base a una verdad y como tal carece de la emoción de su escritor, relata unos hechos tal como fueron vividos y sentidos en su momento, sin juicios ni recriminaciones. No obstante, casi en su final incrusto un puntual toque en recuerdo a Anna, inevitable después de mi experiencia en la jungla birmana, de mis lágrimas en el avión de vuelta.
Mi tercer libro, ese que apenas he empezado, debía ser el último. Ahora quizá haya un cuarto, no sé cuándo, si dentro de cinco o veinte años, da lo mismo.
Anna, ella una vez más, me ha mostrado una nueva frontera que a los sesenta ni siquiera entiendo, que se desdibuja en el infinito, tal como veía el horizonte cuando navegaba a vela.

.

7 comentarios:

  1. No estuvo muy errado tu amigo,no?. Mi sensación,desde que te leo y hace tiempo largo ya, es de leer algo sentido, verdadero, personal, humano a más no poder. Me hacés pensar,ver las cosas de otra manera. Un beso Pau.

    ResponderEliminar
  2. No, no andaba errado. Mi amigo tiene la facilidad de ver lo que a otros pasa desapercibido.
    Pocas veces me habían piropeado de tal manera.
    Humano a más no poder...
    A ti te hago pensar y a mí me emocionas.

    ResponderEliminar
  3. Supongo que cuando contamos algo, siempre queremos dejar una cierta impronta para la posteridad y qué al leer sobre lo retratado. alguien reflexione y aproveche nuestra experiencia. ¿Constituye eso un testamento?. No sé.

    ResponderEliminar
  4. Además de todo eso, en este caso pretendía serlo. Ahora se ha quedado en lo que siempre debería haber sido: la historia de un viejo hippie venido a menos

    ResponderEliminar
  5. Si te sirvió para reacionar en algo, me alegro de haberlo dicho.
    De ello, hace tanto tiempo, que pensé lo habías olvidado.
    Magnífica memoria, amigo mío.

    Lo que me preocupa es lo del cuarto libro. No sé si me quedarán años para acabar de leer.

    Estando como estoy, de vacaciones ¿me permites una pequeña broma? Vale...

    ¿ Has pensado en la versión reducida?

    Un abrazo

    El amigo invisible

    ResponderEliminar
  6. Y a mi de escribirlo... ¿pero tanto nos debe importar?
    El tiempo no lo marcamos nosotros.

    Me acuerdo de todos tus comentarios personales, esos que de vez en cuando disfrutamos con una copa o un filete.
    Tienes la facilidad de entrar en el espíritu de la gente, lo desmenuzas y descubres cosas que incluso al "interfecto" le están vedadas.

    ResponderEliminar
  7. Pau, estoy aquí, disfrutando de todo lo que nos cuentas, no importa si es testamento, memorias o lo que sea. Hace tanto que te leo querido amigo y siempre me voy cuando acabo con la sensación de tener mucha suerte, por haberte encontrado, he tomado buena nota de muchas cosas que aquí he encontrado, nos es fácil darme lecciones, y sin embargo, sin tú pretenderlo, me las has dado, aprendo mucho Pau con lo que aquí leo, y me gusta, me gusta a rabiar, tu vida y tú, pero bueno, eso no es ninguna novedad verdad?
    Un beso amic

    ResponderEliminar