viernes, 27 de mayo de 2011

LA REVUELTA

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En España nunca se ha conseguido un cambio para mejorar sin violencia.


Leo un cartel que anuncia el desalojo de la plaza Catalunya, junto un número de teléfono de contacto. Nunca había visto algo así, un cartel y un número de contacto. Lo medito… En caso de organizar una revuelta sé cómo debería hacerse, cómo poner al régimen contra las cuerdas, no obstante hay detalles que me hacen pensar.
El asunto de la plaza ya olía a podrido. La gente exige inmediatez y acción constante para ser movilizada; de no ser así, la telebasura reconquista su ánimo y la adormece. El régimen lo sabe y dejaba pasar el tiempo; sin embargo, la revuelta -porque no nos confundamos, es eso- seguía creciendo y el régimen ya no podía esperar más tiempo. Está en juego el pan de su parentela, de sus chupópteros (El gobierno de la Generalitat ya está subiendo el sueldo a algunos cargos políticos, para que la plebe sepa bien para quien es el recorte). Mejor hacerlo ahora que después, cuando sea demasiado tarde; porque el desalojo estaba anunciado y la represión es algo que lo llevan muy dentro.

Los tertulianos intentan hablar del 15M, que es una manera de temporalizar y dar caducidad al asunto; sin embargo, la gente habla de los Indignados, que, sin duda alguna, es lo que son.
Indignados es la palabra adecuada, ya que por vez primera divide la sociedad con precisión: Existen los dignos, los indignos y la telebasura. Y todos sabemos quién es quién.
Por lo pronto los jerifaltes del PSOE ya han aclarado sus intenciones. No quieren primarias, que eso pone en peligro sus puestos, aunque ya nunca más puedan gobernar. Se aferran a sus cargos de partido con la creencia que allí seguirán cobrando. Eso es el PSOE, que no deja de ser el ejemplo de su hermano. Para el PP, eso de democracia en el partido suena a diablura plebeya, algo que escapa a su ideología cavernícola heredada de la dictadura.

El régimen ha hecho números y se ha decidido. Solo mira para sí mismo, no para su ciudadanía, y se escuda en los votos recibidos. Para el gobierno de la Generalitat, el resultado electoral aprueba los recortes en sanidad y educación. Por lo visto la gente no elegía alcaldes sino que aprobaba los recortes. Hoy leo que aún pretende más y vincula su éxito con el caso Palau, como si la ciudadanía también aprobara su estafa.
El régimen ha hecho sus números, supongo que contando que, en Europa, eso de la represión sentaría fatal y a las pocas horas ya corría la voz mediante correos y mensajes llamando al boicot turístico. Ahora solo falta que se abran páginas en Twiter y en Facebook para rematar el asunto, que, todo sea dicho, no estaría mal pensado. Lo que probablemente no había calculado, es el efecto llamada y el previsible encono de la revuelta. A mí me satisface, porque si el régimen sigue poniéndose nervioso y utilizando la represión, la revuelta hasta podría tener éxito. Así que el truco es provocarlo.

Dignos, indignos y telebasura. Lo último es para definir el tipo de gente que comporta la mayoría, a la que todo le está bien, siempre y cuando tenga el suficiente pan para llevarse a la boca. Le da lo mismo cómo venga, si a través de guerras lejanas o injusticias, si está gobernado por una dictadura o por una democracia.
Eso lo aprendimos durante la revuelta. Entonces se le llamaba mayoría silenciosa, que quedaba mejor, y solo se movilizaba en caso de ver peligrar su bienestar. Y se arrimaba al más fuerte, y el truco estaba en convencerle que ese eras tú, que el otro no tenía futuro.
El españolito es cobarde y vago por naturaleza. Apoya, aunque en silencio o delatando, al que cree más fuerte, siempre y cuando no le pida demasiado; por eso hay que ofrecerle una alternativa. Y entonces existía, se podía ver al otro lado de la frontera. No obstante, costó. El españolito es reacio a los cambios bruscos y, hasta el momento, la dictadura le había dado pan y trabajo.
¿Quién era aquella gente, que revolucionaba, que alteraba el orden y estorbaba el comercio? ¿Cómo se atrevía a pedir democracia en un país de paletos, de gente que se mata por un voto; un país de cabras que no sabe gobernarse?

Eso decían entonces. Pero, claro… como la policía no pudo con ellos, como el régimen se sentía débil y no podía ofrecer una respuesta ni tenía alternativa; la telebasura optó por el que creyó más fuerte.


Apoyémosles, dijo, porque así volverá el orden, aunque sea de otros.

Y en eso debe basarse el mensaje.


Olvidaba lo más importante, por lo menos para mí.

En cuanto a Anna, que es la que más ha llenado mi tiempo estos días, está bien y pronto volverá a luchar por la libertad, en la selva de uno de los países mas desconocidos, bellos y sorprendentes del planeta; pero también, que se ha convertido en la cárcel más grande y horrenda.


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miércoles, 11 de mayo de 2011

POR SIEMPRE ANNA

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De doscientas una, tengo ciento sesenta y seis repasadas. Así va mi segundo libro de ciento veintiocho mil palabras. Y, sin embargo, sé que no está bien.
Una hora, a veces dos. Eso es lo que tardo en repasar una página, que tal como va significa un día. De vez en cuando estoy todo un día repasando, entonces caen tres o cuatro de ellas. Pero eso es difícil, y más ahora que Amara pasa por un buen momento y aprovecho para salir a cenar, a pasear o visitar a los amigos, a asistir a un concierto o tan solo ir a comprar algo.

El sábado me operan la nariz, pensaba que de una cosa y resulta que de otra; eso dice Amara después de hablar con el cirujano.
Y me cuenta no sé qué, con unas palabras compuestas y muy largas. Y prefiero no saber, porque no me hace falta.

Hablo con Jasmín, le cuento lo de la empresa, lo de la operación y lo del Camino con el holandés errante. Y lo celebra todo con su especial castellano. Jasmín domina el idioma y seis más; pero cuando está en su país pierde parte de su sintaxis, mezcla palabras e introduce alguna francesa. Y es que el chat hace eso. Seguramente hablaba con dos o tres a la vez, un francés, un magrebí… vete a saber
Lo celebra por mí: respirarás mejor, me dice; serás más feliz, intenta convencerme; te sentirás bien, asegura cuando le confieso que seguramente lo haré en bici. Pero siento un tenue resquemor, tan suave como ella, cuando emocionado le hablo del Camino. Y es que también querría andarlo, y si no es conmigo, será con nadie.
Estoy leyendo un libro de Paulo Cohelo que habla del Camino, me dice emocionada.

Y Amara entra en el pequeño despacho que he montado en mi casa.
¿Con quién hablas?
Con Jasmín.
Y se va con risas, después de asegurarse que le doy un abrazo de su parte. Sabe que esta chica me ha enamorado, que ha llegado hasta lo más hondo que se puede con un tipo como yo.
Tengo suerte, soy un hombre afortunado. Mis mujeres, las que amo aunque sea así, sin rozar el sexo, son especiales, han sido especiales.

El domingo por la mañana Mónica me llamó…
Creo que a Anna le ha pasado algo, temo que lo peor. Biel se ha puesto en contacto conmigo y me ha dicho que había estado muy enferma, una infección en la selva birmana, incurable según los médicos; y que no sabía nada de ella, que nadie ha podido o querido darle noticia.
Es posible que no sea nada, que…

Ayer martes supe algo más. Anna vive y está localizada.



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