viernes, 8 de marzo de 2024

DE FEMINISMO

 ____________________________________

 


 

Esta mañana, tres dejar a mis nietos en el cole, he pasado por el mercado para comprar un par de hamburgueses para Amara y para mí, y el carnicero, muy simpático he de confesar, ha tenido a bien recordarme que hoy es el día de la mujer.
- Lo sé, lo sé. Esta tarde voy a la mani – he respondido entre las risas de sus dos compañeras.

Y automáticamente he pensado en todo, absolutamente en todo. Y me he preguntado qué hacía yo en una manifestación como esta, a no ser para ver a unas jóvenes amigas y hacer unes risas con ellas.

Mi familia no era especialmente machista. Mi madre quizá más que mi padre, bastante calzonazos por cierto. Y es que en aquellos tiempos ir de sexo débil tiraba mucho. Ahora que mi memoria parece despertar, debo reconocer que mi padre no llegaba a la mitad de la mitad del machismo de la época, fuera de los típicos micromachismos aún tan vigentes, debido quizá a la educación recibida por parte de mi poderosa abuela.

A los dieciocho me fui de casa, pero quienes conocen mi historia saben que a los dieciséis ya vivía con un pie fuera, medio loco por Alba; y que a los catorce ella y yo nos introdujimos en el mundo hippie con todo lo que eso representaba o así lo creímos, la libertad individual y colectiva, la igualdad más absoluta y el amor libre sin prejuicios de ningún tipo. Nuestras banderas eran la paz y el amor, y nuestra heroína Joan Baez.
Piensen bien lo que fuimos en la España franquista de 1965. Hasta hace poco no le daba importancia, para mi era de sentido común y lo convertí en normalidad. Solo cuando escribes tu historia y empiezas a recordar para enlazar todos los episodios, te das cuenta de lo que representó.

Tenía dieciocho años cuando en nuestra comuna compartíamos la educación y la manutención de un niño y una niña, ella de una menor, él de una madre soltera de Fez y ella de una menor malagueña. Los paseaba por el parque y las calles de Horta. Aprendí a cambiarles los pañales, a calmarlos en sus lloros, dormirlos, darles de comer y, sobre todo, jugar con ellos. Aunque a muchos les cueste entender, eso también era parte del amor libre y su normalidad, no feminismo.

El feminismo lo conocí de golpe, con la visita de una amiga de Alex acompañada por Lidia Falcón, tras su participación en la primera manifestación feminista de Barcelona, donde recibieron muchos palos de los grises. De aquella reunión solo recuerdo estar sentado en silencio por educación, porque tanto a mis compañeros como a mi carecía de sentido. Hoy probablemente lo veríamos de manera distinta.
Luego llegaron mis viajes con Anna y Lourdes, mis experiencias con Alvar, la revuelta y Mónica, los pisos francos donde refugiábamos y escondíamos a mujeres en riesgo, incluso con sus hijos; y el rescate de Anna en Myanmar, detenida precisamente por su feminismo. Un exceso de experiencias, algunas de las cuales habría preferido no vivir.

El carnicero no conoce mi historia, ni él ni la mayoría de las personas de mi actual entorno, de eso que siguiendo la broma recordara lo más banal, pero que sirve para demostrar mi carencia de machismo o eso espero. La educación de nuestros hijos, cómo los bañaba, daba de comer, vestía y llevaba a la escuela. Lo que he llegado a hacer con ellos, las vivencias que he compartido y el modo como Amara y yo los educamos. Amara solía trabajar de noche y los fines de semana alternos, por lo cual era yo quien se cuidaba de los quehaceres más básicos de su educación y cuidado, al menos los días que ella no podía, aunque cuando libraba lo compartíamos. Y siguiendo la broma lo reto a que pregunte a mi hija, hoy con cuarenta y un años, si recuerda cómo la peinaba y, pese sus quejas, la cola de caballo que le hacía. Aún hoy soy yo quien hace las trenzas a mi nieta, porque a Amara no le salen tan bien.

En fin, hoy escribo esta entrada después de hacer la cena, tras haberlo pasado bien en la mani feminista con mis cuatro jóvenes amigas abogadas.

 

sábado, 2 de marzo de 2024

UN PASADO LEJANO A UN PASO DE OLVIDAR

 __________________________________________________________

 


 

Encontrar esos vídeos me ha ayudado a revivir un pasado tan lejano que casi había olvidado. He de contactar con el creador de esos vídeos para hablar de él, de lo que Anna y yo vivimos, que no solo fue irrepetible sino casi único.

Quien haya leído nuestras historias, que afortunadamente plasmé en una novela, se verá trasladado a lo que ahora está viendo en esas filmaciones.
¿Por qué afortunadamente?
Por que hoy, con quince años más, cuesta recordarlas, al menos tal como fueron.
Mis viejos lectores saben, si lo recuerdan bien, que escribí otras dos novelas que daban continuidad a la historia de un hombre, impublicables entonces y aún ahora, pero quizá no en un futuro muy cercano.

El camino que sigue el Jeep sin duda es el del curso del Indo en su parte más alta, mucho más allá de Skardu. Por esas poblaciones pasamos con el comandante, yo en su Jeep y Anna en el tres cuartos junto a sus soldados. Observen como las mujeres dan la espalda al vehículo. Con nosotros, yo en este caso puesto que Anna no había de pasar por este condicionante, no sucedió así porque nos tomaron como más que huéspedes, nos convertimos en familia desde el primer momento.
En este vídeo se ven ancianos de más de setenta años, uno de ellos de más de cien. Me impresiona no su edad sino porque probablemente nos conocieron. Recordarnos es más difícil, ya que con los años esos caminos fueron descubiertos por algunos senderistas europeos. Poco debido a las guerras y la permanente tensión que existe en la frontera, no tanta como entonces, en que para viajar por ellos se necesitaba más temeridad que valor.
Y hoy me pregunto si con los años Anna y yo habremos perdido la temeridad, y debo responderme con un rotundo no; para lo cual solo hay una explicación, la temeridad no es cosa de la edad sino de la personalidad de cada uno. Con los años he aprendido que el miedo y la temeridad son cosas muy distintas. Se puede ser temeroso y temerario a la vez. Sé que parece increíble, pero créanme si les digo que es así.

En los pueblos no había vehículos ni obviamente asfalto. El transporte se hacía a caballo y en el mejor de los casos con carro. En el mejor porque la anchura de los caminos fuera de la "carretera" que sigue el curso del río, daba justo para caminantes o caballos. Los pueblos no han crecido sino solo recuperado. Cuando fuimos, muchos de ellos habían sido abandonados a causa de los ataques del ejército hindú a la población civil, una costumbre ancestral que el humano se resiste a abandonar.

Hoy recordaba los preciosos cedros del Himalaya, los deodara, que en más de una ocasión me subí para buscar el camino, con su extraño verde, que dependiendo cómo le diera la luz se volvía azul. Imaginen ustedes lo que es andar por un estrecho sendero bordeando un precipicio de más de mil metros, mientras al otro lado ve enormes montañas tintadas de azul. No, no se puede, no por falta de imaginación sino porque hay que vivirlo.


.

UNA EMOCIONANTE JOYA Y CACHEMIRA, EL PAÍS MÁS BELLO DEL MUNDO

____________________________________________________________________________________________



Hoy por casualidad he encontrado esta joya y me he emocionado.
Y ustedes se preguntarán qué tiene de joya.
Pues aparte de estar muy bien hecho, en el vídeo sale una de las poblaciones que visité, pronto hará 53 años.
No se extrañen si les digo que he buscado una cara conocida, algo estúpido por mi parte. En aquel país la gente no vive tantos años y nosotros éramos muy jóvenes. Las personas que podríamos recordar eran mayores que nosotros, mientras que los niños de las casas que visitamos y de la escuela, ahora podrían tener entre 50 y 60 años.

En el norte de Cachemira las cosas no parecen haber cambiado, sin embargo, 53 años no pasan en balde, principalmente en una sociedad que estaba en guerra y ahora no, aunque en el vídeo pueden verse las marcas de ella y se explica claramente lo sucedido, además tal como lo conté en mi historia. Las cosas han cambiado y se nota en el semblante de la gente y en los productos de las tiendas, pero no estas. Se nota que la gente está mejor alimentada, y eso, aunque no se lo crean, impresiona.

Las mujeres siguen medio escondidas para el viajero. Se nota que, aun siendo paquistaní, no le toman confianza. Con nosotros la tuvieron, quizá por Anna, por ser mujer y por su personalidad. No obstante, en Cachemira siguen sin cubrir su cara. Por lo que sé, un poco más al oeste es distinto.

Las casas no han cambiado. Solo los tejados, ahora metálicos y antes de madera. Pero eso no debería extrañarme, en el alto Pirineo aragonés muchos han cambiado las populares tejas por el vulgar metal ondulado. Su interior sigue siendo pobre, vetusto y muy sencillo. Los hornos de pan son iguales y en ellos confeccionan las mismas tortas.

El pueblo parece haber crecido, aunque eso puede ser una percepción mía por los años transcurridos. El paisaje no tiene nada que ver. Anna y yo fuimos un mes de junio y el verde era exuberante. El vídeo nos lo muestra a finales de invierno, con abundante nieve; sin embargo, se nota claramente el dibujo de los campos y del pequeño valle, y es el mismo bosque con el frondoso y alto arbolado. Los puentes, aunque terribles, parecen más arreglados; y los caminos por donde pasa el Jeep son parecidos. Nosotros los hicimos andando o en vehículos militares, pero la gente del pueblo se movía a caballo, tal como conté en mi historia y explica la gente del pueblo. Solo falta la guerra, la muerte y la desesperación, y, claro está, los omnipresentes kalashnikovs.

En el vídeo, el viajero no puede más que repetir nuestras mismas palabras, es el país más bello del mundo. Y es que incluso nevado, la grandiosidad del paisaje sobrepone. Ahora imaginen lo que sintieron dos jóvenes de 18 a 20 años, que lo vieron y vivieron mucho más y con más intensidad, que lo sintieron en su piel y bajo ella.
El país más bello del mundo, el único al que volvería.

.

miércoles, 3 de enero de 2024

DE LOTERÍA Y EL NANGA PARBAT

___________________________________________

 

No se lo van a creer, pero hace muchos años, demasiados, pasé muy cerca de este lugar. Entonces no había pistas y apenas senderos, pasar con un todo terreno habría sido imposible y todo estaba verde. La foto está tomada en el Deosai.


La edad conlleva reservas, limitaciones y hasta sacrificios, aunque por suerte no miedos. En teoría, solo teoría, hay cosas que ya no podemos hacer; en mi caso por la enfermedad de mi compañera, por el dinero y también porque la edad me pesa. Se necesita mucho dinero para hacer determinadas cosas, aunque no tanto si agarras una mochila y te pones a andar, eso si lo pretendido es asequible a pie.

Hoy, tras sacarme de encima los efectos de la noche vieja (debo confesar que de esas fiestas solo la de Reyes me motiva), me he puesto a organizar mi segundo viaje a Cabo Verde, esta vez aún más intenso y espero que salvaje, dentro de lo que puede tratarse como tal en un país humanamente más adelantado que el nuestro, pero con riesgos nada desdeñables. Y en un momento, a saber por qué, he pensado en lo que haría de tocarme la lotería (cierto, antes debo comprarla).

Lo primero y más importante, le daría dinero a Amara para comprar una casita cerca del bosque de Muniellos, en Asturias. Para eso se necesita poco. Luego una cantidad razonable a Joan con el encargo de comprar un velero de 33 a 37 pies de eslora, más no y menos tampoco. Otra cantidad para que Al pueda comprarse una casita en Cabo Verde, dado que su vida está allí. Para eso tampoco se necesita mucho dinero. Y finalmente cogería la mochila, sí, aunque no lo crean la mochila, porque soy más feliz con ella que con una maleta; y gozo más en casas de huéspedes o de particulares que en grandes hoteles; y lo paso mejor mezclado con gente del país en un destartalado transbordador, que en un avión; y apretujado en un colectivo, que cómodamente sentado en un taxi o un auto de alquiler. Como pueden ver, mis viajes cuestan poco dinero. A lo que íbamos, cogería la mochila y volvería al norte de Pakistán durante un año como mínimo, a fin de prepararme para visitar al Nanga Parbat.
Y sí, me dirán loco, pero es una asignatura pendiente, al igual que otras que les iré contando más adelante, pero que nunca realizaré, puesto que a los setenta y dos, pese gozar de una salud y fortaleza envidiables, hay cosas que mejor olvidar, como por ejemplo hacer de hombre pájaro. Y es que una cosa es el riesgo máximo y otra el suicidio; una es la aventura, que por salvaje y arriesgada que sea, siempre queda alguna posibilidad para poder contarlo; y otra saber que invariablemente dejarás la piel por el camino sin conseguir tu objetivo.
Y sí, ya sé que eso del Nanga Parbat parece más lo segundo que lo primero, pero no es así, no es mi intención subirlo, ni siquiera con un año de preparación podría. Una cosa es visitar, andar por sus laderas y subir al máximo de mis posibilidades, y otra pretender algo que la mayoría de alpinistas ni siquiera sueñan. Aunque una vez allí, ¡quién sabe!
¿Posibilidades de volver?
Creo que pocas, al menos yo. En el Nanga Parbat la gente muere por casi nada.
¿Cuántas veces han escuchado aquello de que "te puede caer una maceta en la cabeza"? algo tan remoto como posible. La fácil perorata que se da para provocar que alguien por fin se atreva a hacer algo “extraordinario”. Pues no se pueden imaginar la cantidad de alpinistas y montañeros que han perdido la vida en el Nanga Parbat por haberles caído una roca encima. Allí hay que eliminar la palabra remoto. Luego están los desprendimientos y los aludes, que son tan impredecibles como innumerables. Y si a eso le suman mi afición por el límite; la poca aceptación que tengo de mi edad y sus limitaciones; y mi temor a morir en una cama, viejo y discapacitado; ahí tienen la tormenta perfecta y mi felicidad.

 

.

domingo, 27 de agosto de 2023

Una vida tranquila

 _____________________________________________

 

 

No hay día que no piense en mis amigos fallecidos, en nuestras conversaciones, en las soluciones que me propondrían en los muchos problemas que me van surgiendo. Quien me conoce (incluso en este sitio) sabe que suelo consultar sobre los temas más diversos a mis amigos de confianza, y más rápido que lento, me estoy quedando sin consejeros. A veces sueño con ellos, aunque en nada olvide todo lo “vivido” lo cual me causa bastante pena. No obstante, estoy seguro que de algo me sirve, instintivamente o porque mi subconsciente algo recuerda, sé que recibo consejos que luego me sirven para seguir mi vida, lo que hago, pienso y, sobre todo, siento.


En dos semanas Mila y yo partiremos de viaje en lo que había de ser nuestra última aventura. Había de ser porque anteayer me confesó que había pensado en otra para dentro de un año, más salvaje, brutal, auténtica. Yo, por supuesto, no quiero vivir situaciones traumáticas, aunque no lo fueran tanto para mi y mucho menos para ella. Con Mila he vivido mucho, muy intensamente, incluso al filo, pero ni mucho menos lo mismo que con Anna, Alvar o Lourdes. Aunque ahora, visto con la templanza que me da la edad, las vivencias con Mila hayan sido las más intensas y desafiantes, porque no eran de riesgo salvaje de solo unos instantes, días o semanas, sino del transcurso de toda una vida. Quizá Mila quiera saborear una aventura de mucho riesgo, ese que a los seres humanos normales les hace subir la adrenalina. El mes que viene lo sabré.


Ahora mi vida se limita a escribir sobre economía y medio ambiente, asesorar a empresas y a otras instituciones que prefiero no explicar; a cuidar a mis nietos e ir a la playa en bici, nudista por supuesto, y bañarme y conversar con una joven y ya vieja amiga a la que quiero como a una hija.
Como mis lectores pueden apreciar, mi vida se ha vuelto muy tranquila.

 

.

miércoles, 7 de junio de 2023

MI ÚLTIMA AVENTURA

______________________________________


El pasado 8 de enero escribí sobre la que sería mi última aventura, la de Mila seguramente no, ella es más joven y espero que tenga muchas más por delante. Por desgracia no ha sido posible, mis compañeros me pidieron crear una candidatura para la alcaldía de mi ciudad y presentarme como cabeza de lista, y no pude negarme. No explicaré aquí las vicisitudes que nos llevaron a decidir algo así. Debo confesar que no me hacía ninguna ilusión y que también, por desgracia, no conseguimos los votos suficientes. -Si alguien quiere que le explique el porqué y el cómo, no lo defraudaré, pero será por privado-

¿Por desgracia?
Si, por supuesto. Por poca ilusión que me hiciera, ha sido la gran oportunidad para impulsar la democracia directa desde un grupo municipal. Ahora solo podrá hacerse desde la calle y con recursos muy limitados.

¿Y la última aventura? ¿Qué queda de ella?
Pues la hemos pospuesto para septiembre. Ya tenemos los vuelos pagados.
Y es que lo primero que hice la noche del veintiocho de mayo, fue llamar a Mila para darle la buena nueva, y luego a mi hijo Al para que supiera lo que le venía encima.


.

viernes, 2 de junio de 2023

¿RELACIONES AFECTIVO-SEXUALES?

 _________________________________________________

 

Hace años, más de diez, una joven amiga me dijo que lo nuestro había sido poliamor, una palabra entonces desconocida para mi.
¿Poliamor? ¿Y eso que es?
Me lo explicó y respondí que algo de ello había, pero ni enteramente ni en la mayoría de nuestras relaciones. Ahora, pasados muchos años de nuestra historia y con algunos de sus protagonistas desaparecidos, leo que en ciertos círculos “profesionales” se habla de “relaciones afectivo-sexuales”. Y me río del empeño por parte de esos “expertos”, en disfrazar con definiciones más o menos cultas lo que para nosotros se limitó a jolgorio entre un grupo de amigos y amigas bastante abierto, que se pasaron por el forro los prejuicios de la época.
¿A qué viene eso?
Pues que en uno de mis paseos por el río, un viejo amigo me ha llamado para saber de nosotros, lo cual ha sido bastante traumático, dado que al enumerar a los que hemos ido dejando por el camino, hombres de entre sesenta y ocho y setenta años, aparte de Carla con sesenta y uno, el pobre no paraba de exclamar: ¡no lo sabía, cómo no me he enterado!
En fin, ha sido muy triste, más para él, que de golpe ha descubierto que había de sacar un montón de nombres de su agenda. Sin embargo, no ha sido impedimento para decirme que lo “nuestro” (entrecomillo porque apenas participó, aunque no fuera óbice para marcarlo de por vida) había sido… no recuerdo las muchas palabrejas utilizadas a medida que yo le iba respondiendo: podría ser, pero no.

Es increíble lo que llegan a inventarse los “expertos” a saber de qué, para definir las distintas variantes afectivo-sexuales que existen en la humanidad. El empeño que ponen en dar nombre a cualquier cosa que el ser humano inventa para socializar o simplemente pasarlo bien entre amigos.

Finalmente, para hacerlo feliz, por no decir callar, terminé diciéndole, ¡eso último es lo que más se le parece!
¿La palabra?
Pues no la recuerdo, pero les puedo asegurar que se acercaba tanto como las demás. En cualquier caso, la conversación sirvió para recuperar un contacto olvidado, y para rememorar, con un poco de sonrisa y otro de tristeza, unas historias que jamás podré olvidar.

 

.

domingo, 8 de enero de 2023

LA ÚLTIMA AVENTURA

 __________________________________

 

Si nada cambia este junio me lanzaré a mi última aventura, la primera decidida con tiempo y con Mila. Sin guerras por medio o, al menos, ninguna en ciernes por la zona, dado que es pacífica y altamente civilizada, aunque eso último y según mi experiencia nada tenga que ver.

A mediados de junio, con un poco de suerte Mila y yo saldremos en barco desde Gran Canaria rumbo a Cabo Verde, eso sí, en plena época de huracanes, en un viaje de aventura tranquila con mi amiga hermana. Y sí, ya sé, en velero y con riesgo de huracán. Pero ustedes ya nos conocen, algo picante había que darle al viaje, de lo contrario se nos presentaba excesivamente tranquilo.
De todos modos, ¿qué es un huracán para nosotros?
Les puedo asegurar que solo un contratiempo, que si me han seguido sabrán que no sería el primero, con el único riesgo de perder la vida, algo que a nuestra edad, al menos la mía, se huele próximo.

Si no hay suerte llegaremos en avión, mochila en la espalda, primero para ayudar a conservar la naturaleza en la isla de Sal. Cuando nos aburramos o mi hijo se canse de nosotros, pillaremos una avioneta para visitar, siempre en plan aventura, otras islas del archipiélago eso si no conseguimos que nos lleve un velero o un barco de pesca. Nunca se sabe.

En fin, que como pueden imaginar de aventura mucha, la auténtica, la que llena y satisface; porque hasta ahora solo puedo dar fe de otro viaje de similar carácter, el de Cuba hará veinte años, con Amara, Joan y Vicki, también con mochila, sin guía ni alojamiento contratado, bastante tranquilo y lleno de divinas experiencias. El resto de mis viajes que muchos de ustedes podrían considerar aventura, vi y viví el HORROR, a veces tierno y otras descarnado. Y es que aunque no lo crean, el HORROR, aun siéndolo, muchas veces va acompañado de historias bellas y en muchos casos tiernas. Ya sé que es difícil de imaginar y aún más de creer, pero créanme si les digo que por mucho HORROR que sientan, vean o padezcan, la vida que hay en él está llena de belleza y de ternura.

 

A todo esto, como pueden observar no hay fecha de vuelta 😉

 

.

jueves, 13 de octubre de 2022

Tony

 

La pasada semana Tony nos dejó. Lo suyo, por esperado y casi deseado que fuera, fue un golpe muy duro. No dejó que nadie lo visitara ni que le administraran sedantes. Tony se fue tal como vivió, con integridad.
Era el más inteligente de todos, y también el más transigente. Antes de tomar cualquier decisión, la razonaba hasta el más pequeño detalle, priorizando la justicia y la bondad. Ton
y era así, y no pocos disgustos le dio la vida, casi todos ajenos a sus actos y más de uno por su integridad.
De
los que fuimos, es decir quienes fundamos aquel peculiar grupo de amigos, en que la libertad y la verdad más pura se convirtieron en bandera, solo quedamos Joan y yo, y Joan está mal, muy mal, andar cien metros lo agotan. Mis viejos amigos han roto las estadísticas. Año más, año menos, tras una vida sana y feliz nos han abandonado a los setenta.

Hoy recuerdo con una sonrisa, una conversación con Tony y Joan, al recriminar ambos mi obsesión por buscar el límite, que se asemejaba más a la búsqueda de un final rápido y glamuroso, que al de la aventura. Y mi respuesta, estúpida por demás por saber que llevaban razón:
-
El límite solo lo conoces cuando no consigues llegar a tu objetivo -

Estoy harto de hablar siempre de los mismo, pero es lo que hay y no puedo cambiarlo.
La vida es una broma de mal gusto, injusta en el mejor de los casos.